lunes, 9 de mayo de 2016

Dios con nosotros

Ex 24:12 Dios dijo a Moisés: "Sube hasta mí, al monte; quédate allí, y te daré las tablas de piedra con la ley y los mandamientos que tengo escritos para que enseñes al pueblo."  Subió Moisés al monte. La nube cubrió el monte y la gloria de Dios aparecía a la vista de los hijos de Israel como fuego devorador sobre la cumbre del monte. Moisés entró dentro de la nube y subió al monte. Y permaneció Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.

Ex 31:18 Después de hablar Dios con Moisés en el monte Sinaí, le dio las dos tablas del Testimonio, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios.

Ez 33:11 Dice dios: Yo no deseo la muerte del pecador, sino que se convierta de su mala conducta y viva. Conviértanse de su conducta perversa! ¿Por qué quieren morir, casa de Israel?"

Jer 31:33 Esta es la Nueva Alianza que estableceré con el pueblo de Israel. Dice el Señor: Pondré mi Ley en su mente, y la escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.

Is 55:3 Presten atención y vengan a mí, escuchen bien y vivirán. Yo haré con ustedes una alianza eterna, obra de mi inquebrantable amor a David.

Ez 36:26 Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.

Os 2:16 La volveré a conquistar, la llevaré al desierto  y le hablaré a su corazón.

Os 2:21 Yo te desposaré para siempre, en la justicia y el derecho,  en el amor y la misericordia, en la fidelidad; y tú conocerás al Señor.

Is 54:4 No temas, porque no te avergonzarás más de tu pasado. Porque tu esposo es aquel que te hizo: su nombre es Señor de los ejércitos; tu redentor es el Santo de Israel:  él se llama "Dios de toda la tierra".

Is 54:7 Por un breve instante te dejé abandonada, pero con gran ternura te uniré conmigo; en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el Señor.

Is 62:4 No te dirán más "¡Abandonada!", ni dirán más a tu tierra "¡Devastada!", sino que te llamarán "Mi deleite", y a tu tierra "Desposada". Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un marido.

Is 62:5 Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios.

Slm 45:11 ¡Escucha, hija mía, mira inclina el oído!  Olvida tu pueblo y tu casa paterna, el rey  esta prendado de tu belleza. Él es tu señor: inclínate ante él.
I Tm 2:4 Dios Salvador nuestro quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

Ex 23:25 Ustedes me darán culto solo a mí y yo su Dios, bendeciré tu pan y tu agua y tu tierra. Y apartaré de ti las enfermedades.

Is 7:14 El Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel.

Is 9:5 Un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: "Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz". Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David.


Is 11:1 Un retoño brotarà del tronco de Jese. Sobre él reposará el espíritu del Señor: Espíritu de sabiduría inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y de temor del Señor. Él no juzgará por apariencias sino con  justicia.

Is 42:1 Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien me complazco. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. Él no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra.

Lc 3:22 Mientras se bautizaba, el Espíritu Santo descendió sobre él en forma paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección".


Lc 4:18 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.

Mt 4:10 Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".

Jn 1,14: "La palabra de Dios se hizo hombre y habito entre nosotros".

Jn 14,8-9: Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: "Muéstranos al Padre"?
Jn 6,35: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”.
Jn 8,12: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida".
Jn 10,9: “Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará”.
Jn 10,11: “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas”.
Jn 11,25: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá”
Jn 14,6: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”.

Jn 15,5: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer”.

miércoles, 29 de octubre de 2014

CITAS BIBLICAS

CITAS BÍBLICAS

"Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca. A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor. “(Mt 3,2-3)

“Produzcan el fruto de una sincera conversión, y no se contenten con decir: "Tenemos por padre a Abraham". Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham” (Mt 3,8-9).

“Antes de haberte formado en el seno materno, ya te conocía; antes de que nacieras, te había consagrado, como profeta de las naciones” (Jer 1,5).

“Cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó de gozo en su seno” (Lc 1, 41).

“Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás” (Mt 4,10).

“El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". (Lc 1,28),
Isabel exclamó "¡Bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” (Lc 1,42)

“Feliz de ti por haber creído porque se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor" (Lc 1,45).

“Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue” (Lc 2,6-7).

“La Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14).

“Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lc 2,11-12).

“Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre” (Lc 2,16).

“Los reyes magos preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo. Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén” (Mt 2,2-3).

“Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección" (Lc 3,21-22).

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” Lc (4,18).

“Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre" (Jn 16,28).

“He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió. La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna” (Jn 6,38-40).

“Derramaré sobre ustedes agua purificadora y serán purificados... Derramaré mi Espíritu sobre ustedes, para que vivan según mis mandatos y respeten mis órdenes” (Ez 36,25-27).

“El que no renace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5).

“Cuando ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran la cara para mostrar a todos que ayunan. Les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando ayunes, perfúmate el cabello y no dejes de lavarte la cara, porque no son los hombres que deben darse cuenta que tú ayunas, sino tu Padre que está en el secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te premiará” (Mt 6,16-18).

“Mi ángel irá delante de ti” (Ex 23,23).
“Mandará a sus ángeles cerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos” (Sal 91,11).

“Sus ángeles en el cielo ven siempre el rostro de mi Padre” (Mt 18,10).
Lo que entra por la boca no hace impuro al hombre, pero lo que sale de su boca, eso mancha al hombre (Mt 15,11).

“El Reino de Dios no es cuestión de comida o bebida; es ante todo justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (Rom 14,17).

“No es un alimento el que nos hará agradables a Dios. Si comemos no ganamos nada; si no comemos tampoco perdemos nada. Pero, si bien somos libres, cuídense que esa misma libertad no haga caer a los débiles” (1Cor 8,8-9).

“La voz dijo por segunda vez: Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro” (Hech 10,15).

“Por eso, que nadie los venga a criticar por lo que comen y beben” (Col 2,16).
“Todo lo que Dios ha creado es bueno, y ningún alimento está prohibido, siempre que lo tomemos dando gracias a Dios” (1Tim 4,4).

“Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella" (Mt 15,11).
Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: "¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oírte hablar así?" (Mt 15,12).

"Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz (Mt 15,13).
Los fariseos son ciegos que guían a otros ciegos. Pero si un ciego guía a otro, los dos caerán en un pozo" (Mt 15,14).

“Hijitos míos, es la última hora, y se les dijo que tendría que llegar el anticristo; en realidad, ya han venido varios anticristos, por donde comprobamos que ésta es la última hora. Ellos salieron de entre nosotros mismos, aunque realmente no eran de los nuestros. Si hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros. Al salir ellos, vimos claramente que entre nosotros no todos eran de los nuestros” (1Jn 2,18-19).

“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y los poderes del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos” (Mt 16,18).

“Todo poder se me dio tanto en el cielo como en la tierra” (Mt 28,18).

“Vayan y hagan que todos los pueblos sea mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles todo lo que yo os enseñé” (Mt 28,19).
Yo estaré con ustedes todos los días hasta que termine este mundo (Mt 28,20).
Vayan por todo el mundo y enseñen mi Evangelio a toda creatura (Mc 16,15).
Yo rogaré al Padre, y Él les enviará a otro consolador, para que esté siempre con ustedes (Jn 14,16).

"Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios” (Mt 21,31).

“Los judíos discutían entre ellos. Unos decían: ¿Cómo este hombre va a darnos a comer su carne? Jesús les contestó: En verdad les digo: si no comen de la carne del Hijo del Hombre, y no beben su sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es comida verdadera, y mi sangre bebida verdadera. El que come mi carne permanece en mí, y yo en él. Como el Padre, que vive en mí me envió, y yo vivo por él, así quien me come a mí tendrá de mí la vida” (Jn 6,52-57).

“Después, tomó el pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, el que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía. Después de la Cena, hizo lo mismo con la copa. Dijo: Esta copa es la Alianza Nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes” (Lc 22,19-20; Mt 26,26; Mc 14,22).

“Yo recibí esta Tradición del Señor que, a mi vez, les he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, y después de dar gracias lo partió, diciendo: Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes: hagan esto en memoria mía. De la misma manera, tomando la copa después de haber cenado, dijo: Esta copa es la Nueva Alianza de mi sangre, siempre que beban de ella, háganlo en memoria mía. Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están anunciado la muerte del Señor hasta que venga. Por lo tanto, si alguien come del pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la sangre del Señor. Por esto, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera, come y bebe su propia condenación al no reconocer el cuerpo del Señor” (1Cor 11,23-29).

“Después tuve la visión del Cielo Nuevo y de la Nueva Tierra. Pues el primer cielo y la primera tierra ya pasaron; en cuanto al mar, ya no existe. Entonces vi la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén que bajaba del cielo, del lado de Dios, embellecida como una novia en espera de su prometido. Oí una voz que clamaba desde el trono: Esta es la morada de Dios entre los hombres: fijará desde ahora su morada en medio de ellos serán SU pueblo y él mismo será Dios con ellos. Enjugará toda lágrima de sus ojos y ya no existirá ni muerte, ni duelo, ni gemidos, ni penas, porque todo lo anterior ha pasado” (Ap 21,1-4).

“Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia. Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas” (Jn 10,10-11)

“Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor” (Jn 10,16).

“Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17,21).

“Cada uno va proclamando: Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo Soy de Pedro, yo soy de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo?” (1Cor 1,12-13).

“Primeramente, según lo que oí, cuando se reúnen en asamblea hay divisiones entre ustedes. Y en parte lo creo. Pues es necesario que haya grupos rivales a fin de que se vea quiénes de ustedes tienen virtud probada” (1Cor 11,18-19).

“Todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo” (Mt 18,15-18).

“Como el Padre me envió a mí, así yo envío a ustedes. Reciban el Espíritu Santo; a quienes ustedes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos” (Jn 20,21-23).

“Por toda respuesta Jesús declaró: «Ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre va a entrar en su Gloria. En verdad les digo: Si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,23-24).

“Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mc 8,34; Mt 16,24).

“El mensaje de la cruz no deja de ser locura para los que se pierden. En cambio para los que somos salvados, es poder de Dios. Mientras tanto, nosotros proclamamos un Mesías crucificado. Para los judíos, ¡qué escándalo más grande! Y para los griegos, ¡qué locura!” (1Cor 1,18-23).

“Por mí, no quiero sentirme orgulloso de nada, sino de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él, el mundo ha sido crucificado para mí, y yo, para el mundo” (Gál 6,14).

“Canceló nuestra deuda y nuestra condenación escrita en los mandatos de la Ley. La suprimió, clavándola en la cruz de Cristo” (Col 2,14).

“Por la cruz los reconcilió con Dios e hizo de los dos pueblos un solo Cuerpo, destruyendo el odio en su persona” (Ef 2,16).

“Si no veo en sus manos la señal de los clavos” (Jn 20,25).

“Encima de su cabeza habían puesto un letrero que decía porque lo habían condenado: Este es Jesús, el rey de los judíos” (Mt 27,37).

“No traten de llevar ni oro, ni plata, ni monedas de cobre, ni provisiones para el viaje, ni bastón; solamente la ropa y el calzado que lleven puesto, porque el que trabaja tiene derecho a comer” (Mt 10,9-10).

“Y el que trilla no lo hace sin tener la esperanza de recibir su parte. Y si nosotros hemos sembrado en ustedes las riquezas espirituales, ¿será mucho que cosechemos sus recursos materiales?” (1Cor 9,10-11).

“Quédense en esa casa, comiendo y bebiendo lo que les den; porque el obrero merece su salario” (Lc 10,7).

“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidan lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello” (Mt 23, 23).

"Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?" El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: "Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes". (Mt 22,12).

“Muchos son llamados, pero pocos son elegidos" (Mt 22,14).

"Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley? Jesús le respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas" (Mt 22,36-40).

“Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo” (Jn 16,12-13).

“En adelante el Espíritu Santo intérprete, que el Padre les enviará en mi nombre, les va a enseñar todas las cosas y les va a recordar todas mis palabras” (Jn 14,26).

“Además el Espíritu nos viene a socorrer en nuestra debilidad; porque no sabemos qué pedir ni cómo pedir en nuestras oraciones. Pero el propio Espíritu ruega por nosotros, con gemidos y súplicas que no se pueden expresar” (Rom 8,26).

“No piensen que vine a traer la paz a la tierra; no vine a traer la paz, sino la espada. Vine a poner al hijo en contra de su padre; a la hija, en contra de su madre, y a la nuera, en contra de su suegra. Cada cual encontrará enemigos en su propia familia” (Mt 10,34-36).

“Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mt 19,6).
Por eso, que nadie los venga a criticar por lo que comen y beben, o por no respetar las fiestas, lunas nuevas o el día sábado (Col 2,16).

“El primer día de la semana, estábamos reunidos para la Fracción del pan” (Hech 20,7).

“Cada domingo, todos ustedes guarden lo que hayan podido ahorrar” (1Cor 16,2).

“Se apoderó de mí el Espíritu, el día del Señor” (Ap 1,1O).

“Dejen a esos niños y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos es de los que se asemejan a los niños. Enseguida, les impuso las manos y siguió su camino” (Mt 19,14).

“En mi nombre echarán los espíritus malos” (Mc 16,17).
“Los setenta y dos volvieron muy felices, diciendo: Señor, en tu nombre sometimos hasta los demonios. Jesús les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Sepan que les di poder de pisotear a las serpientes, a los escorpiones y a todas las fuerzas del enemigo, y nada podrá dañarles a ustedes. Sin embargo, no se alegren porque someten a los demonios, alégrense más bien porque sus nombres están escritos en los cielos” (Lc 10,17-20).

“En cuanto se refiere a este día y a esta hora, no lo sabe nadie, ni los ángeles de Dios; ni siquiera el Hijo; sino sólo el Padre” (Mt 24,36).

“Esta buena nueva del Reino será proclamada por todas partes del mundo para que la conozcan todas las naciones, y luego vendrá el fin” (Mt 24,14).

“Porque ya no me volverán a ver hasta el tiempo en que digan: Bendito sea el que viene en nombre del Señor” (Mt 23,39).

“Yo quiero, hermanos, darles a conocer el plan secreto de Dios para que no se sientan superiores a ellos: una parte de Israel se va a quedar endurecida hasta que la totalidad de los paganos hayan entrado. Entonces todo Israel se salvará, según lo dice la Escritura: De Sión saldrá el libertador que limpiará los hijos de Jacob de todos sus pecados” (Rom 11,25-26).

“Ahora bien, pasando a esos otros días, después de esa angustia: el sol no alumbrará, la luna perderá su brillo, las estrellas caerán del cielo y el universo entero se conmoverá” (Mc 13,24-25).

“Toda la creación espera ansiosamente que los hijos de Dios reciban esa gloria que les corresponde. Pues si la creación está al servicio de vanas ambiciones, no fue espontáneamente, sino que le vino del que la sometió. Por eso tiene que esperar hasta que ella misma sea liberada del destino de muerte que pesa sobre ella y pueda así compartir la libertad y la gloria de los hijos de Dios. Vemos como todavía el universo gime y sufre dolores de parto. Y no sólo el universo sino nosotros mismos, aunque se nos dio el Espíritu como un anticipo de lo que tendremos, gemimos interiormente, esperando el día en que Dios nos adopte y libere nuestro cuerpo” (Rom 8,19-23).

“No tomes esto, no gustes eso, no toques aquello’. Esos no son más que mandatos y enseñanzas de hombres referentes a cosas que se usan, se desgastan y desaparecen. Estas doctrinas parecen profundas por su religiosidad y humildad, y porque se trata duramente al cuerpo; pero no hacen más que favorecer el orgullo propio” (Col 2,21-23).

“El clamor de Sodoma y Gomorra es grande y su pecado es gravísimo” (Gén 18,20).

“Si alguien se acuesta con varón, como se hace con mujer, ambos han cometido abominación” (Lev 20, 13).

“Dios los entregó a pasiones infames. Sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contrarias a la naturaleza. Igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos con los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre” (Rom 1, 26-27).

“Al presente, me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes; completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, para bien de su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1,24).

“Los arrojarán al horno ardiente, donde habrá llanto y desesperación” (Mt 13,50).

“Al mismo tiempo, dirá a los que estén a la izquierda: ¡Malditos, aléjense de mí, vayan al fuego eterno que ha sido destinado para el diablo y para sus ángeles!” (Mt 25,41).

“Serán condenados a la perdición eterna lejos del rostro del Señor y de su poderosa gloria” (2Tes 1,9).

“Respondió Jesús: Realmente te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23,43).

“Nos gustaría salir de ese cuerpo para ir a vivir junto al Señor” (2Cor 5,8; Filip 1,23)

“Pues bien, murió el pobre y fue llevado por los ángeles hasta el cielo cerca de Abraham. Murió también el rico y lo sepultaron. Estando en el infierno, en medio de tormentos, el rico levanta los ojos y ve de lejos a Abraham y a Lázaro cerca de él” (Lc 16,22-23).

“Habrá una resurrección tanto de justos como de pecadores” (Hech 24,15).

“Sepan que llega la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán mi voz. Los que hicieron el bien saldrán y resucitarán para la vida; pero los que obraron el mal resucitaron para la condenación” (Jn 5,28-29).

“Estos irán al suplicio eterno y los buenos a la vida eterna” (Mt 25,46).

“Cuando Jesús oyó, les dijo: No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos” (Mc 2,17).

“El que esté enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia para que rueguen por él, ungiéndolo con aceite en nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo; el Señor lo levantará y si ha cometido pecados, le serán perdonados” (Stgo 5,14-15).

“Se le acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó. Después lo puso en el mismo animal que él montaba, lo condujo a un hotel y se encargó del cuidado” (Lc 10,34).

“Ya no hay diferencia entre quien es judío y quien es griego, entre quienes esclavo y quien es hombre libre; no se hace diferencia entre hombre y mujer. Pues todos ustedes son un solo cuerpo en Cristo Jesús” (Gál 3,28).

“Que no haya en medio de ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego; que nadie practique encantamientos o consulte a los astros; que no haya brujos o hechiceros; que no se halle a nadie que practique supersticiones o consulte los espíritus; que no se halle ningún adivino o quien consulte a los muertos” (Dt 19, 10-12).

“No pocos de los que habían practicado la magia, hicieron un montón con sus libros y los quemaron delante de todos” (Hech 19,19).

“No se dejen llamar maestro, porque un solo maestro tienen ustedes y todos son hermanos. Tampoco deben decirle padre a nadie en la tierra, porque un solo Padre tienen: el que está en el cielo. Ni deben hacerse llamar Jefe, porque para ustedes Cristo es el jefe único” (Mt 23,8-10).

“Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud" (Mt 20,26-28).

“Honra a tu padre y a tu madre” (Lc 18,20).

“Eliseo lo vio alejarse y clamaba: ¡Padre, padre mío, carro de Israel y su caballería!” (2 Re 2,12).

“Sus servidores se acercaron a él cuando se iba, y le dijeron: ‘Padre, si el profeta te hubiera mandado hacer una cosa difícil, ¿no la habrías hecho? Y qué fácil es bañarte como el profeta te ha ordenado” (2 Re 5,13).

“Cuando el rey de Israel los vio, le preguntó a Eliseo: ‘¿Debo matarlos, padre mío?’ Él le respondió: No los mates. No eres tú quien los apresó con espada y con arcos” (2 Re 6,21-22).

“Entonces grita: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí, y manda a Lázaro que se moje la punta de un dedo para que me refresque la lengua, porque estas llamas me atormentan” (Lc 16,24).

"Tú eres Kefas (es decir, roca, piedra, peña) y sobre esta Kefas edificará mi Iglesia, que los poderes del Infierno no podrán vencer (Mt 16,18).

“Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y lo que desates en la tierra será desatado en los cielos” (Mt 16,19).

“Cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos” (Lc 22,32).

“Apacienta mis corderos... Apacienta mis ovejas” (Jn 21,15-17).

“El que los recibe a ustedes, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió” (Mt 10,40).

“Yo les digo: todo lo que aten en la tierra, el cielo lo considerará atado y todo lo que desaten en la tierra, será tenido en el cielo como desatado” (Mt 18,18).

“Entonces aparecerá en el cielo claramente la señal del Hijo del Hombre: mientras todas las razas de la tierra se golpeen el pecho, verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo, con el Poder y la plenitud de la Gloria. Mandará a sus ángeles, los cuales tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del mundo” (Mt 24,30-31).

“Le trajeron en ese momento un endemoniado ciego y mudo. Jesús lo sanó, de modo que pudo ver y hablar. Con esto, todo el pueblo quedó asombrado y preguntaban: ¿No será éste el hijo de David? A lo que respondían los fariseos: este echa a los demonios por obra de Belcebú, rey de los demonios” (Mt 12,22-24).

“Por eso les digo: se perdonará todo pecado y toda palabra que ofenda a Dios; pero la palabra que ofenda al Espíritu Santo no se perdonará. El que hable en contra del Hijo del Hombre será perdonado, pero el que hable en contra del Espíritu Santo no será perdonado, ni en esta vida ni en la otra” (Mt 12,31-32).

“Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron” (Rm 5,12).

“Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores” (Rom 5,19).

“Tú ves que malo soy de nacimiento; en pecado me concibió mi madre” (Sal 51,5 ó 51,7).

“Sepan que llega la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán mi voz. Los que hicieron el bien saldrán y resucitarán para la vida; pero los que obraron el mal resucitarán para la condenación” (Jn 5,28-29).

“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy” (I Cor 15,10).

“Les he transmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura” (I Cor 15,3-4).

“Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan? ¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó! Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes” (I Cor 15,12-14).

“Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección" (I Cor 15,20-21).

Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11,25-26).

martes, 29 de julio de 2014

Multiplicación de los panes


DOMINGO XVIII - A (03 de Agosto del 2014)

Proclamación del santo Evangelio según San Mateo 14,13-21:

La primera multiplicación de los panes

14:13 En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista se embarcó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
14:14 Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.
14:15 Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos".
14:16 Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos".
14:17 Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados".
14:18 "Tráiganmelos aquí", les dijo.
14:19 Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
14:20 Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.
14:21 Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, Mateo 16, 9 sin contar las mujeres y los niños. PALABRA DEL SEÑOR.

REFELXION:

Estimados amigos en el Señor Paz y Bien.

Las parábolas de Mt 13: 1) El sembrador (Mt 13,1-9), parábola que hoy se trata. 2) El trigo y la cizaña (Mt 13,24-30). 3) El grano de mostaza (Mt 13,31-32). 4) La levadura (Mt 13,33). 5) El tesoro escondido en el campo (Mt 13,44). 6) La perla del mercader (Mt 13,45-46). 7) La pesca en la red que atrapa todo (13,47-50). Finalmente encontramos conclusión igualmente breve (Mt 13,51-52). Nos han situado ante el reino d los cielos y nuestra vida terrenal. Nos han puesto de manifiesto la contrariedades y las oposiciones que el Reino debía encontrar. Ahora en Mt 14 ya hallamos una de esas contrariedades y como amenaza, la de Herodes. La muerte de Juan Bautista es un anuncio y una amenaza de muerte para Jesús. Jesús se marcha a un lugar desierto.

"Al saberlo la gente, lo siguió... Al desembarcar vio Jesús el gentío..." (Mt 14,13-14): Jesús amenazado por el poder, por Herodes, pero rodeado por el gentío. Con todo, al escuchar anteriormente las parábolas, el gentío no había demostrado una especial comprensión del Reino. Aunque falte esta respuesta profunda de la fe, a Jesús "le dio lástima y curó a los enfermos" (Mt 14,14). Jesús, perseguido e incomprendido, reúne con amor a los hombres, los cura y los alimenta.

Los apóstoles hace un pedido al Señor: “Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos" (Mt 14,15). Aun los apóstoles no han comprendido aquello que Jesús les había dicho: "El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4). Jesús constata que hay hambre de la palabra de Dios, desde una familia: “María sentada a los pies de Jesús escuchaba y Martha se multiplicaba… le dijo Martha, Martha andas inquieta en tantas cosas, solo una es necesaria, Maira escogió la mejor parte” (Lc 10,42). Hasta toda el pueblo: “Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha" (Mt 9,36-38). Sentir el hambre de Dios es lo más importante, porque lo demás como el hambre del pan material, es efecto de este don: “No se inquieten diciendo: "¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos? Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mt 6,31-33).

Fíjense que el Señor suscitó en la gente el hambre de la palabra de Dios. En seguida acude a satisfacer la necesidad del hambre material y aquí hallamos una de las seis narraciones de la multiplicación de los panes y peces que hay en los evangelios. En un despoblado, como el pueblo de Israel en el desierto fue alimentado por el maná (Ex 16,15-18), ahora el nuevo pueblo de Dios, formado por gente dispersa y heterogénea, será alimentado por Jesús. Notamos en el texto las oposiciones entre la propuesta de los discípulos: "que vayan a las aldeas y se compren de comer" (Mt 14,15) y la propuesta de Jesús: "No hace falta que se vayan, denles ustedes de comer" (Mt 14,16) y entre el hecho palpable del gentío y la escasez de lo que hay para dar: "no tenemos más que cinco panes y dos peces" (Mt 14,17) Con todo, las siete piezas ya nos indican un número de plenitud. Les dijo: “Tráiganmelos los 5 panes y los dos peces” (Mt 14,18). Presentaron de ofrenda todo lo que tenían, señal que algunos han captado el mensaje de la caridad, equivalente a aquella escena: Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir" (Mc 12,41-44).

Jesús recibió los 5 panes y los 2 peces: "Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente" (Mt 14, 19): Al igual que el jefe de la familia judía decía en el empiezo de toda la cena la acción de gracias sobre el pan y lo repartía para cada miembro de la familia, igualmente lo hace Jesús, y a través de los discípulos da el alimento al pueblo congregado por él. No podemos desunir la lectura de este hecho, de la imagen de Jesús como Pan de vida que hallamos en el evangelio de Juan 6,51 y de la referencia clara que hay, en el vocabulario, a la Eucaristía, signo del don total de Jesús a los hombres. Todos los evangelistas relatan la multiplicación de los panes. Mientras Lucas y Juan no narran nada más que una sola multiplicación de los panes (Lc 9, 10-17; Jn 6,1-13), Marcos y Mateo hacen referencia a dos multiplicaciones (Mc 6,30-44; 8, 1-10; Mt 14,13-21; 15, 32-39). Parece que las dos narraciones tanto en Mateo como en Marcos tienen origen de un solo suceso de la multiplicación de los panes, pero que ha sido transmitido en dos versiones según tradiciones diversas. Además la narración de Mateo 14,13-21 y Mc 6, 30-44 parecen ser las redacciones más antiguas.

Reitero, el texto nos presenta a Jesús, que habiendo oído la noticia de la muerte del Bautista a manos de Herodes (Mt 14,12), se retira a otra parte “en un lugar desierto” (Mt 14,13). Muchas veces en los evangelios, Jesús se nos presenta como aquél que se retira a un lugar apartado. Aunque no siempre es así, generalmente en este retirarse quiere demostrar un Jesús inmerso en la oración, intima unión con el Padre (Jn 11,41). He aquí algunos ejemplos: “Despedida la gente, subió al monte solo, a orar. Llegada la noche Él estaba todavía solo, arriba” (Mt 1,23); “En la mañana se levantó cuando todavía estaba obscuro y salido de casa, se retiró aun lugar desierto y allá oraba” (Mc 1,35); “Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar” (Lc 5,16); “conducido por el Espíritu” Jesús se retira después de su bautismo al desierto para ser tentado por el diablo venciendo sus seducciones con la fuerza de la palabra de Dios (Mt 4,1-11; Mc 1,12-13; Lc 4,1-13) Otras veces Jesús llama consigo a sus discípulos: “Vengan a un lugar desierto y apartado a descansar un poco” (Mc 6,31). En este pasaje, Jesús reza antes de la multiplicación de los panes. Los evangelios demuestran que a Jesús le gustaba orar antes de acontecimientos importantes en el curso de su ministerio, como el bautismo, la transfiguración, la pasión (Jn 17,21).

Esta vez, como ya mencionamos, la gente lo sigue al desierto (Mt 14,13) y Jesús siente compasión por ellos, curando a los enfermos (Mt 14,14). En Jesús se asoma una compasión por los que le siguen (Mt 15,32). El Maestro se conmueve porque ellos “eran como ovejas sin pastor”(Mc 6,34). Jesús en efecto es el buen pastor que alimenta a su pueblo como ha hecho el profeta Eliseo (2 Re 4, 1-7, 42-44) y Moisés en el desierto (Ex 16; Num 11). En el evangelio de Juan, Jesús con el discurso sobre el pan de la vida (Jn 6,55). Explica el significado del signo de la multiplicación de los panes. Este prodigio es una preparación al pan que será dado en la Eucaristía. Los gestos realizados por Jesús antes de la multiplicación de los panes, en todos los evangelios nos recuerdan el rito de partir el pan, la eucaristía.
Los gestos son: a) toma el pan, b) alza “los ojos al cielo”, c) pronuncia “la bendición”, d) parte el pan, e) hace distribuir a los discípulos (Mt 14,19). Estos gestos se encuentran en la narración de la última cena de Jesús (Mt 26,26; Lc 22,19-20; Mc 14,22). Escenas que pueden muy bien resumir este episodio: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo… Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6,51-56).

Todos comen y se sacian de este pan. Sobran doce cestas de los restos de pan (Mt 14,20). Jesús es aquél que sacia al pueblo elegido de Dios: Israel, compuesto por las doce tribus. Pero sacia también a los paganos en la segunda multiplicación (Mt 15,32-39), simbolizados esta vez por siete panecillos, el número de las naciones de Canaán (Hch 13,19) y también el número de los diáconos helenistas (Hch 6,5; 21,8) que tenían el deber de proveer a la distribución cotidiana de las mesas. La comunidad recogida en torno a Jesús, primicia del Reino de los Cielos, acoge en sí Hebreos y Gentiles, todos son llamados a aceptar la invitación de participar de la mesa con el Señor. Jesús hace ver esto incluso con su gesto de sentarse a la mesa con publicanos y pecadores y con su enseñanza en las parábolas de los banquetes, donde “muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mt 8,11; Mt 2,34; Lc 14, 16-24).

Preguntas para nuestra meditación personal: ¿Qué te ha llamado más la atención en este texto? ¿Cuál de los gestos de Jesús te gustan más en este texto? ¿Te has parado a reflexionar alguna vez sobre las emociones de Jesús? Este texto se fija en la compasión. ¿Puedes encontrar otros en los evangelios? ¿Qué crees que Dios quiera comunicarte con este relato sobre la multiplicación de los panes? Jesús provee de alimento en abundancia. ¿Te confías a la providencia del Señor? ¿Qué significa para ti confiar a la providencia de Dios? ¿Alguna vez has pensado en la Eucaristía como un sentarse a la mesa con el Señor? ¿Quiénes son los invitados a esta mesa?

 CONTEMPLACIÓN

No podemos hacernos ilusiones: por el amor mutuo y, en particular, por la atención a los necesitados porque, se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo (Jn 13,35; Mt 25,31-46) por nuestros frutos (Mt 7,16). En base a este criterio se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas, en las que Cristo se nos da como pan, alimento de nuestra vida espiritual (Jn 6,51), en tanto nosotros también nos ofrezcamos como medio de salvación para los demás, transmitiendo mensajes de vida.

Los apóstoles sólo pudieron recolectar 5 panes  y 2 peces (dos números que no tienen un significado importante en la simbología, sin embargo si sumamos los panes y peces nos dan 7 el número de la plenitud, de la perfección). Con  siete alimentos consiguió que sobrase comida, doce cestos (otro número simbólico: doce eran las tribus de Israel).  Jesús primero se pone en oración con el Padre, bendice la comida y reparte, pero ¿cómo pudo sobrar tanta comida? Simplemente porque cuando se comparte motivado por el amor, por poco que tengamos, recordemos la viuda que dio lo único que poseía: una moneda,  todos tienen, todos sacian su hambre y al final sobra.

No podemos decir que lo solucionen sus familiares, que los ricos les den que para eso tienen más, que lo arreglen los gobiernos, sino que es competencia de todos, cada uno según su poder, pero todos, todos sin excepción, podemos contribuir para que el mundo sea cada vez más equitativo, más solidario y sobre todo no haya estas diferencias tan enorme: unos tiramos la comida a los contenedores, mientras otros mueren porque no tienen nada que llevarse a la boca. Así han de ser los apóstoles de hoy, en ningún caso indiferente a las necesidades de los demás, siempre dispuestos a atender y acudir en la ayuda de los necesitados, con generosidad y sin pensar muchas veces en el descanso, porque esto se hace por el amor a Cristo, por amor al Padre Bueno y a todos sus hermanos. Los apóstoles le ofrecieron a Jesús todo lo que tenían: 5 panes y 2 peces, fruto del trabajo y del esfuerzo, solo cinco panes y Jesús hizo todo los demás. El Evangelio continúa: Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños. El milagro fue tan abundante, que todos se saciaron y luego recogieron doce canastos sobrantes. Era uso judío recoger, después de las comidas, los trozos de comida caídos a tierra. El milagro se constataba bien: las sobras eran más que la materia de cinco panes para el milagro.

La esperanza de las gentes que habían seguido a Jesús, no quedo fallida, ellos recibieron lo que necesitaban, llegaron enfermos y fueron curados, para saciar su hambre les proporcionó pan, para saciar su espíritu, Él les entrego su la Palabra. El que sigue resueltamente a Jesucristo, encuentra todo lo que necesita para sí, en esta vida terrenal y luego en la vida eterna. Nuestro amado Padre Bueno, ya nos ha regalo su amor. En Cristo nos ha dado todo, se ha dado a sí mismo. ¿Qué otro poder será más fuerte que este amor generoso y apasionado que el Padre manifestó en Jesús? Este amor nos sostiene en medio de toda circunstancia adversa. Así lo comprendió también San Pablo; ¿Quién podrá separamos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? (Rom 8, 35).


Así como Pablo, que convencido de que en el amor de Cristo tiene la fortaleza para vencer cualquier dificultad, así también sea para nosotros el mismo convencimiento. Así como las gentes dejaron todo por seguir al Señor hasta el desierto, y sin importarle el hambre no se apartaron de El,  que ninguna adversidad nos contenga para seguirle. Así como el Señor pone en nuestras manos muchos bienes, pongamos en manos de los demás compartiendo solidariamente lo que tenemos, para que le demos a otros nosotros mismos.

domingo, 16 de junio de 2013

Hechos de los Apòstoles

CITAS PARA UNA VIDA CON DIOS


PAN DE LA PALABRA DE DIOS
AMOR
1. (Jn 3,16): Tanto amó Dios al mundo que le envió a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino tenga vida eterna

2. (1Jn 4,8): Dios es amor

3. (1Jn 4,12): A Dios nadie lo ha visto jamás; pero si nos amamos unos a otros, Dios está entre nosotros

4. (Mt 22,37-40): Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y más grande mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos

 SALVACIÓN EN CRISTO JESÚS

5. (1Jn 1,8): Si decimos que no tenemos pecado, nos estamos engañando a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros

6. (Filip 2,11): Ante el nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y en el abismo. Y que toda lengua proclame que Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre

7. (Mc 8,35): Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará

8. (Mc 8,36): ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?

9. (Mc 8,34): Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame

10. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día

11. (Jn 6,54): Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo (Mt 28,20).

MARÍA

12. (Lc 1,38): Dijo María: «Yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»

13. (Jn 19,25-27): Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien más amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a su casa

PALABRA DE DIOS

14. (Sal 119,105): Tu Palabra es lámpara para mis pasos y luz en mi sendero

15. (2Tim 4,2): Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina

16. (Jer 15,16): Cuando me llegaban palabras tuyas, yo las devoraba. Ellas eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón

17. (Jer 20,7):  Me has seducido, Señor, y me dejé seducir por ti

MISIÓN

(Mc 1,15): El tiempo se ha cumplido," decía, "y el reino de Dios se ha acercado; arrepiéntanse y crean en el evangelio."

18. (Lc 10,2): La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al Dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha

19. (Mc 16,15): Vayan por todo el mundo y prediquen mi Evangelio a toda creatura

20. (1Cor 9,16): ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!

21. (Mt:16:24): "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese así mismo, y tome su cruz, y sígame."

22. (1 Sam 3,4): “El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy… Habla, porque tu servidor escucha».

23. (Is 6,8): “Yo oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?». Yo respondí: «¡Aquí estoy: envíame!»”.

24. (Jer 1,5): “Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones”.

25. (Jer 1,7): “Irás adondequiera que te envíe, y proclamarás todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, porque estaré contigo para protegerte”.

26. (Nah 2,1): “Miren sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz”.

27. (Mt 4, 19): “Síganme y los haré pescadores de hombres”.

28. (Mt 10,16): “Miren que los envío como ovejas en medio de lobos: sean, pues, astutos como la serpiente, pero sencillos como la paloma”.

29. (Mt 16,24): “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, pero el que sacrifique su vida por causa mía, la hallará”.

30. (Mt 28,19): “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia”.

31. (Mc 1,17): “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”.

32. (Mc 3, 14): “Jesús los eligió para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar”.

33. (Mc 16,15): “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación”.

34. (Mc 16,20): “Los discípulos salieron a predicar por todas partes con la ayuda del Señor”.

35. (Lc 1,38): “Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho»”.

36. (Lc 4,18): “Me envió para llevar la Buena Nueva a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor”.

37. (Jn 1,9): “ La Palabra es la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre”.

38. (Jn 20,21): “Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también a ustedes.”

39. (Hech 1,8): “Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra”.

40. (Hech 4,20): “Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído”.

41. (Hech 10,42): “Él nos ordenó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido Juez de vivos y muertos”.

42. (Hech 18,9): “No tengas miedo, sigue hablando y no calles… Yo estoy contigo y nadie podrá hacerte daño”.

43. (Rom 1,16): “No me avergüenzo del Evangelio, porque es la fuerza de Dios para la salvación de todos los que creen”.

44. (1Cor 9,16): “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es para mí una necesidad imperiosa. ¡Pobre de mí si no anuncio el Evangelio!”.

45. (1Cor 9,22): “Me hice débil con los débiles para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para salvar por lo menos a algunos. Y todo lo hago por el Evangelio”.

46. (Ef 3,8): “Se nos concedió la gracia de anunciar a los pueblos paganos la incalculable riqueza de Cristo”.

47. (Ef 6,19): “Rueguen también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar con valentía el misterio del Evangelio, del cual yo soy embajador entre cadenas, y así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo”.

48. (1Tes 2,2): “Confiados en nuestro Dios, nos atrevimos a anunciarles el mensaje de Dios entre frecuentes luchas”.

49. (1Tes 2,8): “Y era tal nuestra preocupación por ustedes, que estábamos dispuestos a darles, no sólo el Evangelio, sino también nuestra propia vida, tan queridos habían llegado a ser para nosotros”.


50. (1Jn 1,3): “Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes”

51. (Lc 6,5): Y Jesús añadió: «El Hijo del Hombre es Señor y tiene autoridad sobre el sábado.»

52. (Lc 6,37): No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.

53. (Jn 3,16):Tanto amó Dios al mundo que le envió a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino tenga vida eterna 

54. (IJn 4,8): Dios es amor .

55. (IJn 4,12): A Dios nadie lo ha visto jamás; pero si nos amamos unos a otros, Dios está entre nosotros.

56. (Mt 22,37-40): Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y más grande mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos.

57. (IJn 1,8): Si decimos que no tenemos pecado, nos estamos engañando a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

58. (Flp 2,11): Ante el nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y en el abismo. Y que toda lengua proclame que Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre.

59. (Mc 8,35): Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.

60. (Mc 8,36): ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? 

61. (Mc 8,34): Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. 

62. (Jn 6,54): El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.

63. (Mt 28,20):Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo. 

63.(Lc 1,38): Dijo María: «Yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» 

64.(Jn 19,25-27): Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien más amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a su casa.

65. (Slm 118,105): Tu Palabra es lámpara para mis pasos y luz en mi sendero.

66. (2Tim 4,2): Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina.

67. (Jer 15,16):Cuando me llegaban palabras tuyas, yo las devoraba. Ellas eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón.

68. (Jer 20,7): Me has seducido, Señor, y me dejé seducir por ti.

69. (Lc 10,2): La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al Dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha.

70. (Mc 16,15): Vayan por todo el mundo y prediquen mi Evangelio a toda creatura.


71. (ICor 9,16): ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!
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